3 may 2010

Los presos políticos paraguayos y las campañas sucias en Argentina


En el diario Perfil del domingo 2 de mayo de 2010 y en sus versiones digitales fue publicada una nota firmada por Leandro Dario y titulada “Los nexos secretos de Quebracho con la guerrilla paraguaya”. Como en ella se alude a una entrevista que mantuve con su autor y, obviamente, a mi persona y mis actividades relacionadas con los presos políticos paraguayos, escribí la siguiente carta, que trataré sea publicada por el mismo medio, para intentar poner en claro algunas cuestiones que fueron tendenciosamente tergiversadas; seguramente, me temo, con la intención de contribuir a crear un clima propicio para la condena de los compañeros de Quebracho en el lamentable juicio que se les viene llevando a cabo. Les ruego a todos tengan la gentileza de reenviar este texto para contribuir a su divulgación. Gracias.

Como militantes populares, a veces se nos presenta un dilema entre el deseo de contribuir a hacer públicas determinadas situaciones que aparecen fuera de la atención de “los medios” y la certeza de que seremos tergiversados, manipulados, y que se hablará de ciertas historias acalladas pero deformando y despreciando el dolor y la sangre que traen consigo.

La historia de los campesinos paraguayos, precisamente, es una historia de dolor y de sangre derramada, pero también de lucha y de dignidad. En particular, la historia de aquellos que, entre ellos, se organizaron y buscaron construir las herramientas y abrir los caminos para su liberación y por la justicia, ha sido además, en los últimos cincuenta años, la de las persecuciones, la cárcel, la tortura, la muerte y la difamación.

Buscando aportar al público conocimiento de la entereza moral, el amor por su pueblo y el sacrificio sin desmayos con que un grupo de militantes políticos paraguayos han sufrido y sufren esos males, acepté entrevistarme con Leandro Dario, periodista de Perfil, y hacer frente a aquel dilema. Como la mayor parte de las veces en que acepté un compromiso de esas características, salí probablemente perdidoso ante la inagotable capacidad de tergiversación, tendenciosidad y superficialidad de la mayoría del “periodismo” argentino de “los medios”, al cual el Sr. Dario, seguramente emocionado por los supuestos “escraches” que sufren algunos de sus colegas, decidió adherir con convicción militante.

Voy a tratar, pues, de dejar claras, por lo menos, algunas cuestiones que me parecen las más relevantes entre las tantas atropelladas por semejante “periodista”. Cuestiones que, por supuesto, le dejé absolutamente claras en la entrevista y que él falsea.

En primer lugar, obviamente (y aun cuando posiblemente el título no es de la misma autoría del resto de la nota), hay que resaltar una verdad de Perogrullo (de esas que en las redacciones con seguridad se dejan de lado con el viejo apotegma de que “total, los lectores son todos unos imbéciles): los supuestos “nexos secretos”, como se puede ver al correr la nota, no son de ninguna manera secretos y, como trataré de poner en claro, más allá de las groseras deformaciones, tampoco resultan ser “nexos”.

Todas y cada una de las actividades y hechos que se mencionan (viajes, Encuentros, movilizaciones, piquetes, acciones de denuncia, etc.) fuero no solamente públicos sino que se trató de que tuvieran la mayor publicidad posible.

En segundo lugar, la nota es engañosa respecto a mi actual relación con Quebracho y lo que es más importante, respecto de la misma cuando ocurrieron algunos de los hechos mencionados. Para ser claro, yo no soy militante de Quebracho desde mediados del año 2007, tal como se lo expresé a Dario. En el marco de las distintas actividades por la libertad de los 6 compañeros luego extraditados a fines del 2008, y por la Fundación Fidela, me tocó hacer algunos viajes a Asunción, en donde además de entrevistas con personalidades y organizaciones del ámbito de la defensa de los Derechos Humanos, miembros del Congreso y dirigentes sociales y políticos, hice visitas a los que sigo considerando presos políticos populares paraguayos, entre ellos a Osmar Martínez, Alcides Oviedo y Carmen Villalba. En ningún caso las hice en nombre de Quebracho y en todos los casos, desgraciadamente, lo único que pude hacer por ellos fue manifestarles la solidaridad militante de muchos argentinos, que me consta. Todos me impresionaron, y me conmovieron, por su entereza y la firmeza de sus convicciones revolucionarias intactas. Si bien esto se lo transmití así a Dario, entiendo que esté lejos de su capacidad comprender lo imposible que resulta siquiera imaginarse “el estrechar vínculos”, entre desconocidos que antes y después casi no tienen posibilidades concretas de comunicarse, en visitas apresuradas a personas que en algunos casos venían de años de casi total aislamiento y sólo habían recibido, además de sus familiares y su abogada, visitas de la Cruz Roja, o con personas a las que se las acababa de condenar a 35 años de cárcel.

Mal podría yo, entonces, expresar los sentimientos de Quebracho respecto a nada ni a nadie, cuando no soy miembro de la misma; pero puedo decir sin lugar a dudas que los que se mencionan en la nota sí son mis sentimientos. Cuando se ha militado unos años, a veces se puede, y creo que es mi caso, sentir compañerismo y admiración por la entrega militante de otros compañeros más allá de acuerdos o diferencias políticas. Como le manifesté a Dario, soy muy conciente de no estar en condiciones, en este caso, de ni siquiera sostener acuerdos o diferencias con ninguno de estos compañeros (que difieren entre ellos), por la simple razón de que sería una falta de respeto hacía todos ellos, que han jugado su libertad y su vida por su pueblo y su país a los que, desde ya, conocen mejor que yo.

En tercer lugar, una de las razones principales por las que acepté hablar sobre el tema fue para, justamente, tratar de evitar que se cometiera la misma grosería que hoy es común en la prensa paraguaya, de mezclar Patria Libre, EPP, los 6 campesinos extraditados y hacer cargo a todos de todo. De las diferencias y de las distintas pertenencias de todos ellos es que creo conocer bastante y eso es lo que le detallé a Dario, para encontrarme con que hace la más burda de las mescolanzas, agregando además a Quebracho y a mi persona. La oligarquía paraguaya y el aparato represivo intacto de ese país buscan interesadamente hacer esa mezcla, de manera de, por ejemplo, condenar de antemano a los 6 compañeros extraditados de Argentina, a los que se quiere presentar absurdamente como integrantes de una organización que cuando ellos fueron traidoramente detenidos en nuestro país, ni siquiera existía. Entre los presos políticos paraguayos, cuyo número se acrecentó generosamente desde mi última visita, hay quienes se asumen como integrantes o voceros del EPP, pero hay también quienes no tienen ninguna relación ni afinidad con el mismo, más allá de que, tal vez, en el pasado hayan militado juntos. La nota de Perfil, repito, en su afán de obtener el impacto de la relación “Quebracho–guerrilla paraguaya”, mezcla intencionadamente nuestra solidaridad con los presos políticos, mi anterior pertenencia a Quebracho, la anterior pertenencia a Patria Libre de algunos miembros del EPP, las acusaciones de una justicia impresentable como la paraguaya contra antiguos y actuales miembros de Patria Libre, la presencia de supuestos miembros de Patria Libre en un Encuentro internacional de fuerzas políticas, la solidaridad de un exiliado, las entrevistas con Lugo para pedirle por la libertad de quienes tanto a él como a la justicia paraguaya les consta que nada tienen que ver con los que se les imputa; y cree poder probar con todo ello un “vínculo” inexistente.

En realidad, esta “metodología” me recuerda al oficial de inteligencia del Ejército argentino que, allá por 1978 (el día anterior a la final del mundial, para ser más preciso) me interrogó en el cuartel de Mercedes y que, si mal no recuerdo, me preguntaba por una organización a la que yo no pertenecía; como le hice notar tamaña sutileza, me dijo algo así como: “¿ustedes qué quieren? ¿la revolución, el socialismo? ¿y ellos qué quieren? ¿no quieren, también, la revolución y el socialismo? Y bueno, son todos lo mismo… de la Orga…”

Pero, más triste es pensar en la sabiduría terrible de los compañeros paraguayos que, después de todos estos años de soledad “aprendieron” que cuando estás preso por querer justicia y dignidad, en el Paraguay, estás solo. Porque todo aquel que se te acerque está condenado. Seguramente, la nota de Perfil me ha condenado a no poder visitar nunca más a los presos políticos paraguayos, sino a peores castigos. Seguramente, la insensata y criminal decisión de Lugo de lanzar sobre la población civil los perros rabiosos de la represión colorada, traerá más dolor y persecuciones, y también más presos políticos, a ese pueblo heroico con el que tenemos eternamente una deuda de sangre. Seguramente, como otras veces, estarán casi solos para sobrellevarlo; humildes, bravíos, rebeldes y dignos. A diferencia de otros tiempos, la Argentina, ahora progresista y defensora de los derechos humanos, los extraditará cuando deban huir. Porque ahora, en este siglo XXI, son terroristas y secuestradores. Ellos, que, desde lo que les alcanza la memoria pelean contra lo mismo, con las mismas manos, con la misma disparidad de fuerzas, ahora son terroristas. A sus represores los entrenan y los adoctrinan los represores colombianos, ojalá que a su historia no la cuente el “periodismo” argentino.


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